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Ray Loriga Trífero
Ediciones Destino. Cuarta edición. Enero 2001
Saúl Trífero es el protagonista que, con su apellido, da título a la novela de Ray Loriga. Hombre perdido en la vida, afectado constantemente por la realidad y elusivo. Toma la opción de fingir como modo de vida y forma de adaptación al medio hostil por el que se ve rodeado. Mentir es, como él mismo dice, una forma de tomar ventaja. Una forma de evitar ser cazado por el absurdo que lo envuelve y acecha.
El alivio de esta condición vital se da principalmente en manos de Lotte. La que llegó a ser su esposa , además de ser principio y fin de la historia del protagonista. Lotte es una mujer noruega que rebosa plenitud en todos los aspectos, hasta tal punto que el abrumado Saúl llega a interrogarse a sí mismo con un “¿Qué tienes tú?” (p.60) para hacer patente su insignificancia junto a ella. La peculiar caracterización de Lotte como mujer de elevada estatura, condición atlética, difícil de alcanzar (en el sentido real y metafórico) o provista de riqueza y nobleza, parece venir causada por dos motivos. El primero representar la perfección del amor pleno. El segundo enfatizar el sentido de irrelevancia e impotencia de Trífero en el mundo. Si el protagonista se ve arrollado por las circunstancias ordinarias, con más razón lo estará ante lo más sublime que ha conocido. Una simple bicicleta es el alivio que le queda para conseguir la sensación de tener control sobre su vida. Ella sí le permite moverse y dirigirse por sus medios.
La vida es contemplada por Trífero desde fuera. No forma parte de ella, pero intenta torearla para buscar un resquicio en el que estar cómodo. Con Lotte, igual. Saúl se muestra como un amante experimentado y calculador que intenta llevar un control ordenado sobre los pasos que debe dar a fin de alcanzar con éxito el objetivo final. Su inmersión en la vida, en este caso la certeza de si es amor lo que vive, se produce por exclusión. Un simple si esto no es amor no puede serlo otra cosa. (p.56)
Lotte, como todo amor pleno que se precie, no podía durar. Después de su muerte Saúl retoma la huida hacia adelante. Esta vez camino de Estados Unidos y ahora dejando atrás un hijo que ha sentido tan ajeno como todas las cosas que ha tenido a su alrededor. Con el comienzo de una nueva vida Trífero recurre para las conquistas a las viejas artimañas ayudadas por la emoción de los recuerdos reales. Junto a la sección de congelados del supermercado Saúl evoca mentalmente a su difunta mujer para así lograr sollozar intensamente (p.82). Algo que no es más que el cebo que empleará para cortejar a las piadosas mujeres que se le acercan. Después también repite el truco de llevarlas a tomar la lección de tenis. Algo, que según el mismo Trífero reconoce, es especialmente efectivo en los suburbios. Habría que preguntarse lo que Saúl no parece querer cuestionarse, ya que el tenis sólo le importa como medio, y esto es qué tiene algo tan inocente como una lección de tenis para ser tan importante elemento de seducción.
El tenis es un deporte individual en el que lo que hace cada uno repercute inmediatamente en el otro. Se puede forzar al contendiente o hacerle las cosas fáciles, pero siempre hay un intercambio de intenciones que fácilmente pueden caer en el ámbito de lo sexual. Y es, cuando menos en esta parte, cuando el intercambio se mezcla con el esfuerzo físico creando un tándem que se empuja al unísono y se marca en la mente con más fuerza. De la misma manera que en el spinning se usa el ritmo de la música para motivar al esfuerzo físico, en el tenis este esfuerzo se une aquí al intercambio de pelotas/actitudes que igualmente acentúan la interiorización de la relación que, sutil e inevitablemente, se está dando. Tampoco hay que olvidar que el “intercambio” es básico en la parte afectiva de una relación erótica. Unido a lo anterior tenemos el “chico enseña a chica” que, reproduciendo la relación padre enseña a hija, busca superar un posible complejo de Electra trasladando la vinculación al ámbito sexual de la pareja. Finalmente, el tenis es más efectivo entre las mujeres de bajo nivel socioeconómico porque su práctica está tradicionalmente vinculada a las clases medias y altas. Evolutivamente hablando el común de las mujeres desea que su pareja les proporcione o ayude a tener una vida materialmente mejor, no sólo por ellas mismas, sino también para que consiga con ello aumentar las posibilidades de desarrollo de una posible descendencia. En definitiva, la inocente lección de tenis se convierte en este contexto en un cóctel explosivo.
Finalmente Trífero se topa con Albita, la que parece ser la antítesis de Lotte, y que, gracias a eso, puede ser para Trífero la mejor forma de olvidar su pasado. Albita es una persona mental y emocionalmente trastornada. Algo que, pese a privarla de vivir en la racionalidad, le ayuda a desenvolverse con soltura en la improvisación.(p.177) y probablemente en el de la emotividad al verse menos restringida por el control de la consciencia. Una mujer con una percepción distorsionada de la realidad que la hace estar crispada casi constantemente con casi todo y con casi todos sin que haya un motivo externo justificado aparte de su carácter neurótico. Por ejemplo, las discusiones absurdas con camareros (p.98).
Albita nunca ha conseguido superar el caos de vida y objetos absurdos en el que vive, pese a sus esfuerzos mediante los libros de autoayuda (p.176). Trífero únicamente puede imponer temporalmente la racionalidad a base de ser más hostil que ella (p.96) o reconducir su relación mediante la dominación sexual (p.99). Inevitablemente la relación con Saúl se resiente de la actitud constante de Albita. Las fluctuaciones entre el amor de Trífero y la rabia por el comportamiento agresivo e irracional de Albita, unidas a la imposibilidad de llevar una vida normal con ella en público (p.98), acaban derivando en que Trífero se dé cuenta de que los sentimientos del principio ya no eran tales y que, además, el contagio con el modo de vida de Albita había hecho de él un hombre peor (p.177). La catástrofe permanente en la que vive Albita, que al comienzo había sido parte de su encanto (p.82) , termina siendo también motivo de la ruptura cuando Saúl se da cuenta que el balance de la relación ya es y será negativo.
La cosmovisión de Trífero es consecuencia inevitable de cómo se siente ubicado en la vida. Esta falta de afianzamiento en el mundo ordinario le lleva a lo que el llama intuición de los “universos sombra” (p.110). Algo que, pese a lo comercial del nombre que continúa la actitud de fingimiento de Saúl, no deja de ser una suposición similar al lado más oscuro de lo que trató Platón en la teoría de las ideas y algo un poco cercano a lo descrito en la alegoría de la caverna. Saúl también se siente preocupado por el tema de la elección, ya que ésta genera una infinidad de mundos posibles (p.94-95), lo que no deja de tener unas connotaciones existencialistas, además de vincularse casi necesariamente con el problema de la libertad.
La percepción de la existencia de Saúl intenta ser traducida por el doctor Jerusalem. Hombre con un llamativo apellido de claras vinculaciones religiosas que previene al lector de lo fracasado de sus esfuerzos, ya que Dios no pasa de ser para Trífero y para el libro una proyección –en el sentido de Feuerbach- motivada únicamente por las carencias de los universos sombra. Jerusalem es un científico repudiado por sus propios colegas al haber sido acusado de no mantener el más mínimo rigor científico y atención al sentido común. Fijado en las intuiciones de Trífero, Jerusalem busca darles forma y que así se nos muestre a Saúl como alguien real y confirmado por la verdad científica. Inevitablemente el destino será el fracaso. Saúl nunca puede salir del fingimiento como modo de vida y además se encuentra adaptado a vivir así. La frustración de estos intentos se plasma en el repudio académico y en el suicidio de Jerusalem.

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